Reflexiones sobre la policía científica del siglo XXI
Desde siempre se ha considerado a la confesión de un detenido como la “reina de las pruebas”. Sin embargo, en la actualidad, algunas veces la sola confesión no es considerada suficiente por jueces y magistrados para imponer una condena. El método de investigación que llevaba a cabo uno de los más singulares detectives de ficción, el famoso Sherlock Holmes, basado en la observación del más mínimo de los detalles, se ha convertido en la referencia de la investigación policial de nuestros días.
El avance de la ciencia y la tecnología nos permiten en la actualidad descubrir y estudiar rastros y evidencias cada vez más pequeñas y en condiciones cada vez más complicadas.
Los profesionales de las distintas policías científicas de todo el mundo, están capacitados para hacer visibles restos de sangre que hayan sido borrados o para reconstruir en tres dimensiones la cara de una persona a partir del hallazgo de un cráneo humano.
Las ciencias criminalísticas permiten identificar a un asesino a partir de una simple fibra de cabello, veinticinco años después de haber cometido el crimen, determinar el tiempo post mortem con la ayuda de insectos necrófagos u orientar una investigación judicial a través de las huellas de unas pisadas, las marcas dejadas por una oreja al apoyarse en una puerta, una firma, o la escritura y caligrafía de un individuo.